miércoles, 23 de abril de 2008

Anamari o la historia de una sustituta.


Entró en mi vida una mañana, el día que una compañera mía de trabajo de años, se iba de la empresa, encontrandola entre una multitud de caritas redondas como la suya. Esta compañera mía y yo habíamos cogido una buena amistad, me dolía el corazón por la perdida, y no quería que entrase nadie nuevo, esa mañana le dije:
- Mira, ya encontré tu sustituta .....
- AH, si? - me pregunto extrañada
- SI, mira Anamari...
- jAJAJAJA.... Hola Ana María, encantada.- saludo

Y ella con su rechoncha carita, nos sonrío. Y quedamos encantadas. Le hice su acreditación, le proporcione material, y se sentó a mi lado durante meses.

Pero Anamari tenía una historia que contar. Y eso lo supe luego.

Ese verano, había planeado acercarme a Pontevedra, donde tenía mi tía abuela a la que quería conocer. El último eslabón que me unía a mi madre, por parte de padre. Y nos dispusimos a ello, vía Portugal, pasando por Plasencia.

Y Anamari se vino con nosotros, y a modo de enano de Amelie, le hice un reportaje gráfico por todos los lugares por los que fuimos: Anamari en la plaza con mapa, Anamari en el hotel sobre las maletas, Anamari en portugal.... Y llegamos a Pontevedra.

La entrevista con mis tíos abuelos fue muy emotiva. Mi tía abuela era una crack. Con el sentido del humor negro del que participo, con la ironía fina en los comentarios, con anécdotas contadas con gracia muy al estilo de mi familia. Era como ver a mi yayo y a mi madre juntos. Y como si nos conociéramos de toda la vida, reímos, bromeamos y nos lo pasamos la mar de bien. Nos hicimos fotos, tomamos café. Y hablando, hablando mi tía abuela me confesó, que era una aficionada a las muñecas, que tenía una colección de ellas a las que peinaba, vestía y mimaba como a niñas. Según iba hablando, yo miraba a Anamarí que se había venido con nosotros, y ella a mí. Y en una de esas, lo supe.

- Tía - le dije- que me dice Amari, que no ha venido, desde el sur, para hacer turismo.
- Y eso? - mi dijo mi tía abuela soltando el humo de su cigarrillo
- Bueno, me dice que ha venido a conocerte y a quedarse contigo. Si quieres.

Se le ilumina la cara, le dí a Anamari y nos fuimos entre abrazos, besos, y lagrimas.

Al cabo de unos meses, nos llamo mi tio abuelo para decirnos que había fallecido mi tía abuela después de años arrastrando varias enfermedades. Nos contó emocionado que cuando fueron a esparcir sus cenizas en la ría, en ese momento justo, hubo fuegos artificiales que, reflejándose en el agua, alumbraron la noche. Y que Anamari había estado con ella, mirando con sus ojitos redondos, hasta el final. Que la cuido, la peinó, durmió con ella.... Me agradeció el regalo, que habia hecho tan feliz a mi tía abuela.

Tenía una deuda yo con Anamari. La de contar esta bonita historia de como una montón de trapo y de hilo, puede parecerse a un ser humano... mas que alguno que yo me sé.... como un hecho inocente y sin importancia como comprarse una muñeca en una gasolinera, tenga una historia que para mí, ha significado mucho mas de lo que su fabricante pudo imaginar nunca.

Muchas gracias, Amamari por hacer de una bobada una ilusión: You are beutifull!

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