miércoles, 10 de octubre de 2007


Hay un dicho que a mi me gusta y que llevo a cabo en cuanto tengo ocasión. Bueno en realidad tengo cientos, jejeje, pero este me gusta mucho. Dice:
"Quiereme cuando menos lo merezca, será cuando mas lo necesite".
Tengo una tendencia bastante tonta de inclinarme siempre por el mas débil. Si veo alguien con "la patita" rota, allí estaré yo para cuidarle, reconfortarle en sus lágrimas y curarle. Esto no quita que me de cuenta de que "la víctima" tiene o no su porción de culpa en el enredo.... que lo cortes, no quita lo valiente..... Porque tendrá también su consabida reprimenda, su ejemplo moral y su moraleja final. Sea niño o sea adulto, lo trato siempre como si de una madre fuese...(jejeje.. tengo tanto ego, que no dejo de ver a la humanidad como un niño que vaga desconsolado por el mundo, y tanta vanidad que creo que yo puedo ayudarlo)

Tengo claro que el fuerte debe ser condescendiente con el menos fuerte. La fortaleza te ha de dar la capacidad, de poder entender a aquel que ese momento lleva las de perder. Mañana puede que seas tu el de la patita rota, sabes, y vas a necesitar cariños y "reconfortamientos". Y reconocerse en los demás no es síntoma de debilidad, eso al menos creo yo.

Seguramente tengo el síndrome del caballero andante, desfaciendo entuertos, defendiendo a los necesitados, y esa imagen de mi, como un guerrero que pone su fuerza a favor de los más necesitados, me gusta.... que le voy hacer, romántica hasta en mi masculinidad.

Claro que luego llega mi otro sentido , y me dice que no tengo que meterme en donde no me llaman... que he de respetar las decisiones de los demás, e intentar no intervenir.... pero ¿puede uno pasar ante una injusticia y no pararse?, ¿puede una ver como un fuerte se recrea en uno debilitado y no interponerse y gritar: "BASTA!"?... puede?. O esa necesidad de actuar no deja de ser un egoismo, un afán de protagonismo en la historia de los otros. O acaso no denota la necesidad de mostrarse asi mismo y a los demas lo buenisimo que uno es, y lo malos que son los otros.

Puede uno depurar tanto su comportamiento, como para saber que se es impecable en pensamiento?.

Vivir acorde con lo que uno cree, la mayoría de las veces no es cómodo. Sobre todo si tus normas vitales son estrictas en cuanto al comportamiento mas o menos impecable. Cuando uno medita sobre sus actos y no ve en ellos ninguna fisura que moralmente le lleve a la cama con un Pepito Grillo alterado, cuando uno se preocupa de ser lo mas correcto posible, quizá se ponga dentro de un traje tan hecho a la medida, que los movientos dejen de ser naturales para convertirse en pautas delimitadas y rígidas y esto mal llevado te convierte en un fanático, en un "taliban moralizante" que termina por no hacer el bien a nadie.

Así que quizá, la mejor manera de vivir es encontrar el equilibrio entre una ética que te permita armonizarte con los demás, y un sentido común y del respeto para que te enseñe a saber que esa es tu "moral", nunca impositiva... sino mas bien, la clase de moral que te permite amar a quien no se lo merece, para poder de ese modo enseñarle que puede cambiar su actitud... que nada debe ser tan estricto y tan ajustado como para que ahogue esa parte caballerosa, que alza su lanza ante lo injusto.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

"Amar a quien no se lo merece" sin duda tiene mucho mérito, pero es demasiado altruísta para mí.

Par de besos

Didier dijo...

Hola el durezas :-)..... me alegra verte por aqui.

Es dificil a veces, porque hay actos que se necesitan muuuucho crecimiento interior... pero en el intento, y en lo cotidiano, esta la superacion.

Espero que vuelvas.

Cuatro besos, que soy yo muy generosa.

Anónimo dijo...

Idénticamente que a "el durezas" me sucede a mí.. debe ser de lo peorcito que pueble el mundo virtual. :D

Eso sí, después de oír un tango, me pueden solicitar cualquier cosa, que estoy muy receptiva..

Beso a la anfitriona, y gracias por invitarme.

La mouche

Didier dijo...

Bueno, tampoco te creas que yo soy muy güena...¿por quien me tomas? :-)...

Pero nadie puede acusarme de no intentarlo.