miércoles, 14 de mayo de 2008

Didier O'Hara

Estado General:
Hay veces que me siento como Scarlett en esta escena,.... para mi mítica en cuanto al comportamiento femenino y lo sexual... en contra siempre de la posesión y a la violencia brutal del hombre sobre la mujer, he de confesar que la autoridad masculina sobre una mujer en algunos momentos es tremendamente sexy... y aunque me siento perezosa a empezar el combate amoroso, un hombre "autoritario" y un beso como Dios manda me ponen mas que predispuesta.

Realmente, no me gustan los amantes que dan ordenes durante el acto y sus preliminares.... ni en la vida, digamos, cotidiana..... que me dirijan hacia allí o hacia acá con palabras, me enfría a la segunda comanda ... y ya no hay modo de hacerme reaccionar ante mi helada predisposición. Para mi la autoridad masculina, no tiene nada que ver con ser un mandón, sexualmente hablando. Sino a esa sensación de derrota amistosa ante el "enemigo". Cuando el hombre que amas y deseas, te toma entre sus brazos, te demanda con deseo, ... me pierdo!, y si estoy inspirada, a poco que haga, no escatimo en derroche festivo con mis mejores artes..... que algunas son.

Mucho mas que las palabras, los besos con pasión hacen que, acurrucada en la cama, a la mañana siguiente, me sienta feliz como un niña ... Y me esponjo, eroticamente hablando, y si se lo sabe montar ya no me estoy perezosa, durante días.

Claro que, mas de una vez, mi tremenda esponjosidad se ve apagada porque mi compañero de envites, tiene alguna de esas típicas reacciones masculinas, que dan al traste con esa sensación de unión que te dejan el acto amoroso. Quizá los hombres tendrían que comprender que las mujeres, para estar en humor, necesitamos que nos tengan "esponjadas" en la cabeza. El flirteo, el coqueteo, no solo sirve para cazar la pieza, sino que tambien es necesaria para mantenerla... bueno, o al menos esta mujer que soy yo, una depredadora nata, necesita la sensación esa de estar coqueteando con mi pareja, como si fuera la primera vez... porque si no, entre lo obvio y la realidad cotidiana, mi lívido me convierte en la gélida Didier O'Hara: distante, esquiva, orgullosa que lo que realmente necesita y demanda es que la miren con pasión, la besen como se debe, la tomen en brazos aguerridos y que, escalinata arriba, la demuestre quien es su hombre... (metafóricamente hablando)

Vale, soy una primitiva detrás de esta filosófica fachada... lo compro.

Pero, en cuanto me quito el manto esotérico, y mis pies se posan en el suelo.... la Mujer que soy, quiere un Hombre... que me trate como quiero... cuando así lo quiero, que hay ocasiones en que la dulzura y la ternura no esta demás, obvio.

If you know, what I mean.

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