jueves, 22 de enero de 2009

Nuestra blanca palidez...

Estado General:

Hijos de Luz que somos, seres divididos entre lo divino y lo humano... mitad Dioses mitad hombres, seres mágicos y prodigiosos... seres hermosos, nos vemos arrastrados por nuestras visiones internas, con las mas aterradoras de las verdades, cara a cara frente al espejo de la propia honestidad... y nos asustamos.

Nos convertimos en oscuridad y miedo, hiriendo y rompiendo a nuestro paso todo lo bello que tenemos, todo lo hermoso que somos... y dolientes, y alucinados, marcamos nuestro corazón con espejismos de temor y tinieblas que apagan nuestra luz... y sufrimos.

Entonces comienza el calvario con la implacable mano del Remordimiento, con la asfixiante ayuda de Conciencia, acompañada por el Castigo que convierte nuestro oasis en un desierto abrasador lleno de sombras, nuestro oídos de gemidos propios lejanos, en una noche interminablemente oscura.... en un día interminablemente árido... y nos desesperamos.

Y parece no tener fin este baile de sufrimiento y desesperación. Este lento, metódico e hipnótico vaivén interior, ante una impávida mirada que los demás nos ofrecen.... quizá envueltos en su propio baile caótico.

Y el miedo y la desesperación, el remordimiento y el dolor nos hace alucinar, nos muestra las fantasmagóricas imágenes de algo que no somos en realidad, nos transforma en seres pálidos, mas pálidos que el blanco... nos difumina, y nos devora escupiendo los desechos de nuestro maltrecho espíritu a un negro y profundo abismo....

Pero todo es mentira.

Todo inventando por nuestra mente.

Un mal viaje a un lugar que hace tiempo no nos pertenece ... en perpetuo peregrinar nuestra luz encuentra momentos de negrura infinita... pero la luz y la oscuridad es nuestro completo. Sin dejar de aprender de los errores y lo horrores cometidos, vamos mas allá. Saliendo del abismo insondable del peso de nuestra culpa, siendo abrasados por nuestro remordimiento, surgimos de nuevo a la luz purificados.

Y miramos el camino frente a nosotros, o a nuestro lado.

Y elegimos, una vez más.

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